Caminar
por
los cuatro puntos cardinales,
recogiendo
huellas borradas,
a
un paso del ciclo amarillo.
No
se mueve la voluntad de la tierra
por
urdir estrategias para sanar
el
declive obtuso,
empapado
con entrega anónima.
Hacia
delante, un muro de piedras
contiene
la tormenta que estalla
en
labios cansados de mirar lo mismo,
fanáticos
de horizontes.
Aquí,
sobran frases
conquistas
y
abalorios
que
adornen el no retorno.
En
la fuente que mana delirios
oxidados
con ayeres,
podría
aparecer un destello
y
vibrar en mis iris de nadie.
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