Brillos
de neón parpadean
en
el círculo lujurioso,
cuando
el repetido coma
se
apodera del instinto.
Se
confunde libertad con miedo
en
la velocidad del metal.
Gritos
mudos deshacen
la
tersura del amanecer
y
lo erigen en dios pagano,
para
su adoración.
Labios
de humo exhalan
frases
de mundos atrayentes,
paraísos
alquilados
que
devoran alas jóvenes,
vuelos
que no se han de alzar
más
allá de su derrota.